Pecan Street Project: Cómo Austin, Texas, ha adoptado las smart grids para crear barrios más eficientes

Pecan Street Project: Cómo Austin, Texas, ha adoptado las smart grids para crear barrios más eficientes

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Autora | Raquel C. Pico

¿Cuánta electricidad consume de forma fija una comunidad de vecinos? ¿Y una manzana entera? ¿Y un barrio? Cada circunstancia es distinta, pero podemos hacer un experimento paseándonos por las distintas habitaciones de nuestra casa, fijándonos en cuántos dispositivos están permanentemente conectados. Un hogar medio consume cantidades muy elevadas de electricidad. Si se multiplica ese consumo por todos y cada uno de los hogares que conforman una ciudad, las cifras se disparan. Y si se añaden picos puntuales como los que se producen a la vuelta del trabajo, las redes energéticas pueden llevarse al límite.

Para evitar caídas de la red eléctrica resulta imperativo comprenderlas y diseñarlas desde la propia planificación urbanística. Las redes inteligentes o smart grids ayudan a compañías y gestores urbanos a comprender qué está ocurriendo y cómo adaptar la generación de potencia y la forma en la que es distribuida.

Un ejemplo bastante notable en el despliegue de smart grids lo proporciona Austin, capital de Texas (EEUU). Con un área metropolitana de más de dos millones de personas, es una de las ciudades más pobladas, tanto del estado como del país. Durante la última década, la ciudad ha experimentado con el uso de redes eléctricas inteligentes para hacer una transición energética hacia un modelo más limpio y sostenible de uso de la energía.

Qué es el Pecan Street Project

Pecan Street Project

En el corazón de este cambio está el Pecan Street Project. Todo empezó hace unos años con la colaboración entre la ciudad y la Universidad de Austin en un proyecto de desarrollo económico centrado en la transición energética. En un primer momento, trabajaban en el barrio Mueller de la ciudad. Allí, instalaron en las primeras casas voluntarias un sistema de monitorización del uso de energía y paneles solares.

Desde entonces, el proyecto ha escalado y ya no se trata solo de algo que ocurre en un barrio de una ciudad, sino de algo que pasa en muchos barrios de muchas ciudades. En total, el Pecan Street Project trabaja ya en otros diez estados de EEUU y en Puerto Rico. A todos lleva su metodología y las smart grids.

La implementación de redes inteligentes permite no solo ajustar los flujos eléctricos, sino también recopilar datos de uso. De esta forma se genera una base de datos con un elevado potencial para la investigación, que dice de forma realista cómo se usa la energía, para qué o qué necesidades debe afrontar la red eléctrica. Esto es especialmente importante porque, como recuerdan en la web del proyecto, la transición energética es un proceso nuevo y uno en el que la ciudadanía debe tener un papel fundamental. Pero, justamente, es esa ciudadanía la que falta en las ecuaciones de investigación: se necesita capturar que hacen las personas de a pie en consumo de electricidad —y que esa foto sea lo más diversa posible, pues diversa es la sociedad— para entender qué necesita el proceso de transición energética y cómo debe realizarse para responder a todos esos usos.

Pecan Street Project

Cada día, recuperan 15.000 millones de datos sobre uso de energía, a los que acceden dos millares de investigadores de más de 60 países. Incluso, ahora ya no solo miden datos sobre energía, sino también sobre otras cuestiones claves para la transición verde de las ciudades, como el uso del agua.

Con los datos que han ido recuperando ya han conseguido desmigar el consumo eléctrico tipo de un hogar en términos de minutos. Durante la pandemia fueron capaces de comprender cómo un cambio tan rápido y abrupto impactaba en las pautas de consumo de energías urbanas. Otro de sus case studies se centró en comprender la viabilidad de dar el salto a un modelo de vehicle-to-grid, en el que se devuelve a la red la energía que no usan los coches eléctricos —los vehículos están aparcados la mayor parte del tiempo— y se recupera cuando se necesita. Es una idea viable, concluyeron, aunque sobre la que hay que tener muy presentes sus puntos débiles.

Todo esto permite comprender mucho mejor cómo se deben diseñar las ciudades para ser más verdes. Completando este tipo de descubrimientos con otras propuestas —como el uso de granjas verticales— se pueden perfilar urbes más respetuosas con el entorno.

El potencial de las renovables en Texas

Pecan Street Project

En cierto modo, la geografía ayuda en Austin en este proceso de transición verde. Las renovables se han convertido en un elemento destacado en la estrategia energética de Texas.

Del ecosistema de energías limpias texano dependen ya 150.000 empleos y el apoyo entre la población al uso de energías renovables es elevado (sea por cuestiones medioambientales, sea por pragmatismo económico). En una región muy soleada, el potencial de la energía solar es muy elevado. Las proyecciones hablan de que Texas quiere multiplicar por 70 su capacidad en energía solar antes de 2030, lo que la convierte en una de las fuentes de energía renovables fundamentales del mix eléctrico tejano.

A favor de la transición juega el hecho de que el coste de los paneles solares es más bajo en Texas que la media de Estados Unidos. A eso se suma, como recoge la prensa estadounidense, que existen diferentes programas de ayudas tanto a nivel local como estatal que potencian el uso de energías renovable en el hogar, con exenciones en impuestos y descuentos en las facturas eléctricas. Incluso, instalar paneles solares en los hogares tiene beneficios en términos de valor inmobiliario.

Texas es ya el principal productor de energía renovable en Estados Unidos, adelantando incluso a California. El estado fue el primero en contar con un mandato de energías renovables, aunque en los últimos años las renovables se hayan convertido en material para la batalla política. Además del potencial de la solar, Texas genera también mucha electricidad con otras fuentes de energía renovable. Es, de hecho, quien lidera en EEUU en energía eólica. En su mix energético, el 40% de toda su producción viene ya de fuentes de energía renovables.

Otras iniciativas verdes

Con todo, Austin no está sola en esta idea de convertir los barrios de las ciudades en zonas verdes energéticas. Otras iniciativas apuestan por la transformación usando redes inteligentes y fuentes de energía renovables.

Fujisawa Sustainable Smart Town

Este barrio experimental de Fujisawa, Japón, trabaja para encontrar soluciones tecnológicas para los problemas de energía y sostenibilidad. Energía solar, vehículos autónomos o redes inteligentes son las palancas que emplean para ello.

Sarriguren, Navarra

Premiada por la ONU por buenas prácticas de desarrollo sostenible, la ciudad de Sarriguren (España) apostó por convertirse en una ecociudad en uno de los momentos de expansión urbana de hace unos años en lugar de quedarse solo con crecimiento urbanístico. Así, calcularon desde las necesidades de zonas verdes hasta cómo deberían construirse los edificios.

Beddington Zero Energy Development, Londres

Conocido también como BedZED, este proyecto en un suburbio de Londres (Reino Unido) no solo recuperó materiales de demoliciones en el entorno para construirse y bajar su impacto, sino que además cuenta con una planta de tratamiento de aguas propia y produce su propia energía.

Fotos | billnoll/iStock, Pgiam/iStock, Arpad Benedek/iStock, RoschetzkyIstockPhoto/iStock

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