¿Qué son las microrredes y por qué son importantes para mejorar la resiliencia urbana?

¿Qué son las microrredes y por qué son importantes para mejorar la resiliencia urbana?

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Autor | M. Martínez Euklidiadas

Las redes locales de producción y distribución de energía se están extendiendo por el mapa a medida que familias, conjuntos de vecinos o ayuntamientos enteros acuerdan construir su propia microrred de generación, distribución y consumo eléctrico, con frecuencia con el objetivo de crear barrio y comunidad o ser más sostenibles.

Este avance, que devuelve la soberanía energética a la ciudadanía e impulsa la generación junto a la fuente de consumo al tiempo que resta poder a las empresas energéticas, no está exento de riesgos. La gobernabilidad y los acuerdos, el coste de despliegue o diferentes problemas tecnológicos son retos a los que atender.

¿Qué es una microrred o isla energética?

Una microrred, también llamada isla energética, es un conjunto de elementos de generación y distribución de energía conectados entre sí —y conectados o no a la red principal— que pueden trabajar de forma autónoma e independiente cuando sea necesario. Es, a falta de una definición mejor, una forma de generar energía a un área pequeña desde esa misma área pequeña.

Cuando las microrredes están integradas dentro de redes más grandes, ayudan a mantener el equilibrio del sistema regional o nacional, a equilibrar las cargas eléctricas producidas en función de las demandadas. Y cuando trabajan de forma aislada, abastecen a comunidades enteras sin importar la calidad del tejido eléctrico regional.

Esta dualidad, su electrificación y principios de soberanía energética las ha posicionado como el futuro ideal de la red de energía. Cuando la red regional o nacional falla, los vecinos podrán seguir consumiendo energía y, cuando no, podrán exportarla o compartir sus recursos. Aunque no todo es tan fácil como parece.

Las microrredes eléctricas, ¿ayudarán a la descarbonización?

Aunque no tienen por qué estar descarbonizadas —una red energética local podría incluir calefacción centralizada mediante gas natural— la facilidad de instalación de placas fotovoltaicas, modularidad incluida, hacen que las redes locales de energía nacen directamente electrificadas. Esto hace que muchas de las vecinas relacionadas con el fluido que generan abandonen el gas o la combustión.

microgrids

Es fácil entender el por qué. Si una comunidad de energía local ha mancomunado sus tejados e instalado una importante superficie de cubierta solar fotovoltaica, o si una escuela local ha cedido el tejado para hacer lo propio, es más rentable para sus vecinos cambiar una cocina de gas por una placa de inducción. Y lo mismo con abandonar la caldera de gas para dar el salto a termo eléctrico más aerotermia.

La movilidad eléctrica es algo más lenta y complicada, debido al coste que tiene la adquisición de los coches pero, cuando una familia se plantea adquirir un vehículo dentro de una microrred eléctrica, se tienen más posibilidades de que opten por un vehículo eléctrico e incluso por un vehículo eléctrico compartido por la comunidad.

Sistemas de energía eléctrica local como estrategia de resiliencia ante la vulnerabilidad de la electrificación

En la actualidad, coexisten en la mayoría de los países desarrollados varios sistemas combinados de energía. Generalmente, estas son el fluido eléctrico y alguna infraestructura que traslada gas natural a puertos, fábricas, calefacciones centrales o viviendas (incluido el transporte de gas por carretera). Sin embargo, a medida que se electrifican, la red de gas y combustible se repliega para dar espacio a la red eléctrica.

Esto puede aumentar la vulnerabilidad energética. Una vivienda con electricidad y gas puede calentarse incluso si hay un corte en alguno de los elementos, pero una en la que solo hay electricidad necesita un sistema inteligente de energía que blinde la residencia ante apagones generales. Por ejemplo, los derivados de tormentas. Este sistema pueden ser las microrredes, que actúan a nivel local incluso si las redes regional o nacional tienen problemas.

La soberanía energética también se alcanza a través de microrredes

Las empresas energéticas son de las más potentes y con poder a nivel mundial, con frecuencia hasta el punto de influir sobre gobiernos o países. Durante más de un siglo, sus actividades y falta de conciencia medioambiental han provocado y agravado la actual y futura crisis medioambiental, y haciéndolo además a expensas de los usuarios, que son clientes de un sistema que (sí, les proporciona luz por las noches) pero es motor de todo tipo de problemas sociales, económicos y medioambientales. ¿Pueden ayudar las microrredes?

La realidad es que las microrredes vecinales y municipales pueden ser consideradas pequeños pero continuos bocados a las energéticas por parte de una ciudadanía consciente de la necesidad de un cambio de modelo que le dote de más autonomía, pase a ser su propia productora de energía (electricidad en este caso) o que proteja su soberanía energética mediante islas de energía que descansan sobre valores democráticos y participación ciudadana y que reducen la dependencia clientelar de las familias a grandes empresas con quienes no comparten objetivos.

¿Son las microrredes el santo grial de la distribución eléctrica?

Las microrredes eléctricas son una grata innovación tecnológica y más aún social, pero no son la panacea del sistema energético o eléctrico. De hecho, una de las ventajas de los sistemas actuales es el transporte de grandes cantidades de energía en una red robusta, funcional y optimizada. Es cierto que transportar energía de un lado a otro produce pérdidas, pero también es cierto que gestionar en su lugar varios miles de microrredes es un quebradero de cabeza para el personal.

microgrids

Con frecuencia, se habla de microrredes desde la perspectiva tecnológica, escuchándose el término ‘microrredes inteligentes’ que incluye una gestión semiautomatizada mediante sistemas novedosos como inteligencia artificial. Pero es la gestión humana, el poner de acuerdo a vecinos y comunidades unas con otras, el mayor reto de este tipo de redes de distribución a pequeña escala.

Pongamos como ejemplo que la Comunidad A crea una microrred interna junto a la Comunidad B, que crea otra. Ambas lindan con la Comunidad C, que depende de la red regional. Mientras que la Comunidad A opta por autoconsumir parcialmente sin cortar lazos con la red regional, la Comunidad B sobredimensiona su red local y corta literalmente las conexiones eléctricas, creando barreras para transportar energía hacia la Comunidad C, que tampoco se beneficia de la A porque no tiene excedentes.

Gestionar todas estas particularidades en las que cada microgrid es completamente diferente a todas las demás microrredes no solo necesita nueva tecnología, sino nuevas formas de autoorganización comunitaria y participación ciudadana, modelos de contratación o licencias sobre cómo compartir energía entre nodos. Y es que el crecimiento hiperlocal es complicado y requiere acuerdos.

Imágenes | Justin Lim, Remco Guijs, The Climate Reality Project

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