Autora | Lucía Burbano
Ahora que el tan odiado o amado brutalismo ha vuelto a la palestra gracias a la película The Brutalist, recuperamos un icono que tan bien representa esta arquitectura funcional, geométrica y amante del hormigón armado: Habitat 67, un edificio ubicado en Canadá que nada tiene que envidiar a otros clásicos de esta tipología como The Barbican en Londres, Las Torres Blancas en Madrid o prácticamente toda la obra construida y no construida de Le Corbusier.
Habitat 67 catalizó además el sentimiento de toda una década, la de 1960, en la que se produjeron aperturas sociales y dio a luz al concepto de contracultura. El edificio del canadiense Moshe Safdie también fue, de algún modo, un rebelde de su época, apostando por la prefabricación como solución y alternativa a los desafíos urbanos de su época en lugar de la onda expansiva que representaba la arquitectura suburbana.
Habitat 67, ‘hijo’ de la Exposición Universal
El edificio se ubica en Montreal, en concreto en la Cité-du-Havre, una península artificial que se amplió para albergar la Exposición Universal de 1967. El concepto de Habitat 67 nació como proyecto de un jovencísimo arquitecto que quería demostrar, de forma pionera, el uso de la tecnología de la construcción prefabricada en la vivienda urbana y su utilidad en entornos densamente habitados.
En 1961 Moshe Safdie era un arquitecto que había presentado su tesis ‘A Case for City Living. A Three-Dimensional Modular Building System’ en la Universidad McGill. Dos años más tarde, cuando sólo tenía 23 años, su director de tesis, Sandy Van Ginkel, le invitó a presentar su proyecto para el Pabellón de Canadá de dicha Exposición Universal, que quería amalgamar parte del movimiento de liberalización y apertura al mundo que caracterizaba este periodo.
El lema de la exposición fue ‘El hombre y su mundo’, parafraseando la obra de Antoine de Saint-Exupéry ‘Tierra de los Hombres’, y que tuvo a la vivienda como uno de sus temas principales. Saint-Exupéry escribió unas décadas antes (falleció en 1944) que “hay que dar vida a esta nueva casa que aún no tiene rostro. La verdad para uno era construirla; es, para el otro, ocuparla”.
En reflejo, el año 1967 estuvo marcado por el cambio social que propició la aparición de una nueva apertura al mundo, con la guerra de Vietnam en pleno apogeo y anhelos de la libertad de expresión en plena efervescencia, ejemplarizados en protagonistas como Muhammad Ali, que renunció a alistarse en el ejército estadounidense, y el nacimiento de la contracultura de la mano de Jimmy Hendrix, entre otros artistas.
Arquitectura modular al servicio del brutalismo
Como si de una gigantesca escultura se tratara, Habitat 67 se compone de 354 módulos en forma de caja de color gris-beige que, apilados unos sobre otros, forman 148 viviendas. Además de los apartamentos, el interior del conjunto contiene calles peatonales y terrazas suspendidas, claraboyas de diferentes ángulos, grandes explanadas y monumentales pilares para los ascensores que sirven a su vez para transmitir cargas laterales a los cimientos.
Sus doce plantas forman 15 modelos de residencias que varían entre 1 y 5 cubos y superficies de entre 58 a 278 metros cuadrados, desarrolladas en 1, 2 o 3 plantas.
Apilando cajas de hormigón en configuraciones geométricas variadas, Safdie consiguió romper la forma tradicional de los rascacielos ortogonales, situando cada caja un paso por detrás de su vecina inmediata. Este ingenioso método proporcionó a cada apartamento un jardín en la azotea, un flujo constante de aire fresco y un máximo de luz natural, cualidades sin precedentes para un complejo de apartamentos de doce plantas.
La forma modular básica se moldeó en una estructura de acero reforzado de 38 x 17 pies. Una vez listo, el hormigón se trasladó a una cadena de montaje para colocar los sistemas eléctricos y mecánicos, así como el aislamiento y las ventanas. Para finalizar la producción, se instalaron cocinas y baños modulares, y finalmente una grúa elevó cada unidad a su posición asignada.
El sistema de prefabricación in situ debería haber reducido el coste de producción, parte integrante de la visión de Safdie de crear un complejo de viviendas asequibles. Sin embargo, debido a la reducción de la escala masiva del proyecto, los costes fueron mucho más elevados de lo previsto.
El presupuesto para el concepto original se calculó en 42 millones de dólares, que el gobierno canadiense redujo a 13,5 millones. A pesar este contratiempo, esta joya brutalista logró crear una nueva tipología de vivienda eficaz en su construcción y adaptable a su emplazamiento.
Lecciones pioneras para afrontar la densidad urbana
Reflexionando sobre la importancia del proyecto en ‘A look back at Habitat ‘67’, Safdie explicó que su objetivo era transmitir dos ideas en una. “Una trata de la prefabricación y la otra de replantear el diseño de edificios de apartamentos en el nuevo paradigma”, afirmó en dicha entrevista.
Sobre la segunda, Habitat 67 reflexiona sobre la función de la arquitectura en un entorno urbano de alta densidad. Safdie fue muy crítico con el desarrollo suburbano de las ciudades americanas en los años 1950 y su ocupación, cada vez mayor, del territorio de extrarradio.
En este sentido, Safdie optó por explorar el concepto de densidad vertical, apostado por las unidades modulares prefabricadas para, por un lado, reducir los costes de la vivienda y, por el otro, permitir una nueva tipología que pudiera integrar las cualidades de una casa suburbana en un rascacielos urbano.
Las teorías originales del arquitecto incluían un plan maestro completo que contenía centros comerciales, una escuela y 1.000 viviendas, un concepto de uso mixto pionero que se ha popularizado entre los rascacielos construidos en los últimos tiempos para contener la densidad.