Virtudes y demonios de la telemedicina en la época COVID-19

Virtudes y demonios de la telemedicina en la época COVID-19

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Autor | Arantxa HerranzLa crisis sanitaria de la COVID-19 ha cambiado incluso los usos y costumbres de la medicina. Bien para dar prioridad a los enfermos de este coronavirus, bien para evitar la propagación del mismo, la atención médica de todo el mundo ha estado minimizando el contacto en persona con los pacientes. Además, los profesionales de la salud también han evitado estas citas presenciales con el fin de reducir su exposición a personas que pudieran estar infectadas.De hecho, la empresa Evidation Health ha llevado a cabo una encuesta según la cual casi un tercio de las personas decidieron cancelar o, directamente, no acudir a las citas médicas que tenían programadas. Algo que ha conllevado, incluso, que otro 7% de los pacientes no pudieran tener sus recetas médicas.Este mismo estudio, no obstante, ya nos deja entrever una de las grandes consecuencias de todo esto: el auge de la telemedicina. Así, quienes decidieron cancelar sus citas presenciales con los médicos, casi 4 de cada 10 (el 39%) utilizó algún tipo de telemedicina. Pero, y he aquí uno de los retos a los que se va a enfrentar este tipo de atención sanitaria, el 60% ni siquiera lo intentó por esta vía.Volviendo a los profesionales de la salud, muchos de ellos también han visto cómo han tenido que equiparse con equipos de protección personal (EPP) incluso en situaciones cotidianas y han tratado de minimizar el impacto de las sobrecargas de pacientes en las instalaciones.Estas circunstancias abren la puerta a replantearse si los equipos médicos deban modificar la forma en que clasifican, evalúan y atienden a los pacientes. Algo especialmente notorio cuando los encuentros no se producen cara a cara mediante métodos que no se basan en encuentros en persona.

Telemedicina: diferentes tipos para diferentes situaciones

Lo que parece inevitable es que la telemedicina será, más que una excepción, algo cada vez más frecuente. Es cierto que aunque esta pandemia haya acelerado el proceso, aún queda mucho camino por recorrer.No en vano, todos los implicados necesitan adaptarse a estas nuevas formas de funcionar. Y, evidentemente, será necesario mejoras importantes en el intercambio de información, garantizando la seguridad y confidencialidad de los datos, y validando que tanto pacientes como doctores disponen de la tecnología necesaria y que sea fácil e intuitiva de usar para todo tipo de personas, independientemente de su condición económica, social y de edad.Evidentemente, dentro de la telemedicina, podemos vislumbrar varios tipos de atención. La consultora McKinsey identifica 5 modelos:

  • Atención de urgencia virtual bajo pedido (como alternativa a las visitas de urgencias).
  • Consultorio virtual para consultas que no requieren exámenes físicos o procedimientos concurrentes.
  • Seguimiento de tratamientos.
  • Tratamientos como terapia ocupacional y terapia del habla.
  • Administración de medicamentos en el hogar

Al utilizar estos servicios, se puede lograr una mayor comodidad y acceso a la atención, mejores resultados para los pacientes y un sistema de atención médica más eficiente.

Un largo camino por recorrer

Está claro que la telemedicina no puede sustituir a ciertas citas presenciales. Aunque la evolución de tecnologías como 5G está permitiendo que se hagan operaciones asistidas de forma remota, seguirá habiendo situaciones en las que las visitas en persona sean imprescindibles.Pero, además, la telemedicina se enfrenta a otros obstáculos para poder ser algo común. Por ejemplo, cuando los temas que se tratan entre médico y paciente son delicados, especialmente si las personas se sienten incómodas o preocupa su privacidad. Tampoco los médicos se pueden sentir especialmente cómodos al evaluar determinadas patologías si lo tienen que hacer con medios telemáticos en lugar de presencialesEvidentemente, no todas las personas disponen ni de los dispositivos tecnológicos adecuados ni de la conectividad óptima para poder realizar la telemedicina con plenas garantías. En este sentido, las ciudades deben luchar porque el equipamiento sea correcto para sus vecinos, al igual que hasta ahora se han preocupado por tener las mejores instalaciones médicas.Otro de los dilemas que hay que resolver antes de que la telemedicina se asiente es estudiar qué planes realizan las compañías privadas de seguros médicos para ofrecer estos servicios, con qué garantías y con qué excepciones de responsabilidad.

Tenemos margen de maniobra

Es evidente que muchos de los cambios de rutinas que ha traído consigo la pandemia van a prolongarse durante los próximos meses, especialmente hasta que haya una posible vacuna contra el virus.Durante estos próximos meses es posible que también los pacientes sientan más o menos rechazo a ser atendidos de forma telemática. Es posible que algunas pruebas no urgentes deban ser pospuestas y que otras no pueden aplazarse más. Será tiempo también de ver cómo evoluciona la telemedicina, tanto para pacientes como para médicos y si las tecnologías que se pueden usar no se ven, de nuevo, afectadas por polémicas como la seguridad.Imágenes | Unsplash

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