Autor | Diana PardoCuanto mayor sea el volumen de vegetación de una ciudad, mejor será la calidad del aire que respiren sus habitantes y por tanto también su estado de salud. Esto es un hecho incontestable y que cada vez está siendo más reconocido, como demuestran las iniciativas para crear bosques urbanos. Lo que poca gente sabe es que las zonas verdes también pueden tener una repercusión positiva en la economía de las urbes.En este sentido, son varias las investigaciones que indican que las ciudades con mayor vegetación son socioeconómicamente más sostenibles que las que apenas contienen árboles y plantas. Los factores son numerosos, pero se pueden clasificar de forma relativamente simple.
La vegetación: un potente activo económico
Las formas en las que la reforestación urbana puede afectar a la economía de una ciudad son múltiples, pero una de las más notables de cara a los propios ciudadanos es la revalorización de los bienes inmuebles. Cualquier comunidad o zona residencial que incluya árboles y jardines en su exterior revaloriza el valor de sus viviendas en el mercado inmobiliario. La presencia de parques y jardines, espacios para hacer deporte o la simple presencia de naturaleza supone un atractivo innegable para compradores y arrendatarios.Por otro lado, las zonas verdes aportan beneficios más bien intangibles pero muy aprovechables como su capacidad para purificar el aire. Mediante el proceso de absorción de contaminantes y la generación de zonas con un aire más limpio es posible reducir las enfermedades respiratorias. Además, se ha podido comprobar una importante correlación entre las ciudades con un gran número de parques y zonas de paseo frente a aquellas que privilegian el asfalto.Los beneficios de favorecer la actividad física, incluso un simple paseo, son incuestionables para los trabajadores. Las personas con una salud robusta tendrán menos bajas por enfermedad y rendirán más en sus puestos. Asimismo, producirán un menor impacto en los sistemas sanitarios, que no es un factor que se deba ignorar ante el progresivo envejecimiento de la población.A todo esto se pueden aportar otras ventajas como el mayor atractivo para el turismo, y especialmente para un turismo de mayor calidad. Tampoco se puede obviar su mantenimiento, y es que hacen falta empresas y trabajadores para asegurarse de que estas superficies se mantienen en buen estado.