Autora | Raquel C. Pico
Desde hace unos cuantos años, la imagen pública de Bután se asocia a la felicidad. El propio país ha incluido entre sus mediciones estadísticas oficiales la del bienestar de sus habitantes (y da prioridad a lo que llaman Felicidad Nacional Bruta frente al tradicional PIB, el Producto Nacional Bruto) y es el Estado que está detrás de que Naciones Unidas marcase el 20 de marzo como Día Mundial de la Felicidad. Ahora, además de a esta emoción, Bután se podría convertir en el país del blockchain.
A partir del año que viene, Bután va a emplear un sistema basado en Ethereum como su plataforma de identificación de la ciudadanía. Esto es, resumiendo y simplificando, va a emplear el blockchain para sus carnés de identidad. El país asiático es el primero del mundo en hacer un movimiento a tan amplia escala vinculado a un elemento tan complejo y delicado como es la identidad de sus propios ciudadanos.
“Bután celebra un hito histórico, convirtiéndose en el primer país que ancla su sistema de identificación nacional en Ethereum”, concluía la presidenta de la Ethereum Foundation, Aya Miyaguchi, en redes sociales, al hilo de la ceremonia de lanzamiento.
El salto blockchain de Bután

¿Qué es exactamente lo que intenta hacer Bután? El salto a la digitalización del país asiático empezó ya hace unos años. En 2023, el propio príncipe butanés Jigme Namgyel Wangchuck se convirtió en el primer “ciudadano digital” de Bután.
En un primer momento, Bután usaba otros estándares de identificación en su apuesta por crear un sistema de identidad digital, pero luego migraron a Ethereum, una plataforma blockchain. Aunque a nivel popular se vincula al blockchain sobre todo con las criptomonedas, el potencial de esta herramienta va mucho más allá. Gracias a su estructura de cadena de bloques permite una identificación potencialmente incorruptible. Lo hace además sin depender de un sistema central. “Al migrar a Ethereum, estamos fortaleciendo la seguridad de nuestra identidad digital”, ha asegurado a la prensa del país Jigme Tenzing, secretario de la agencia pública GovTech.
En 2025 han logrado integrar ya el sistema de identidad y, para el primer trimestre de 2026, se espera que esté operativo como elemento de identificación de la ciudadanía. Será entonces cuando la migración a Ethereum se haya completado. De este modo, se podrán confirmar de forma descentralizada la edad o el estatus de residencia o nacionalidad de las personas o dar acceso a servicios públicos. Los casi 800.000 ciudadanos del país contarán así con un carné de identidad blockchain.
Los beneficios de esta identidad digital
Las administraciones públicas butanesas defienden que apostar por este formato de identidad digital aumentará la privacidad y el control del uso de datos de sus ciudadanos. Por ejemplo, evitará tener que compartir más información de la necesaria cuando se accede a servicios, como hacer el checkin en un hotel. Igualmente, consideran que, a nivel Estado, ganarán en soberanía, confianza y seguridad, creando un marco propicio a la innovación.
Una relación que viene de atrás
Este último punto es, posiblemente, la clave que explica este salto al blockchain del país asiático. Bután está apostando intensamente por las criptomonedas como un potencial motor económico que les permita paliar algunos de los problemas graves a los que se enfrentan.
Bután es un país montañoso, con una orografía compleja que dificulta desde la movilidad (su aeropuerto es uno de los de más difícil aterrizaje del mundo) hasta algo tan fundamental como la agricultura. Su margen de maniobra a nivel económico es, por tanto, complejo. Al tiempo, la propia ley butanesa limita qué se puede o no hacer en el país. El crecimiento económico debe cumplir con ciertas normas, como mantener la cobertura forestal del 60% del país y centrarse tanto en la conversación del patrimonio ecológico como la felicidad de sus habitantes, y la inversión extranjera no puede chocar con estos principios. Bután es, ahora mismo, un país neutro en carbono, net zero.
El turismo es una fuente de ingresos (ronda el 10% del PIB), pero Bután limita el acceso al país para proteger su sostenibilidad y evitar el turismo masivo. La pandemia de covid-19 golpeó, además, sus flujos de visitantes, al tiempo que impactó de forma negativa a nivel general en la realidad butanesa. El país registra un elevado paro juvenil. Algunas estadísticas hablan de que entre 2022 y 2023 el 10% de la población butanesa joven emigró a otros países en busca de empleo.
Es en ese contexto en el que están apostando por las criptomonedas.
Una riqueza en minería cripto

Bután empezó en 2020 a minar criptomonedas, con el objetivo de crear riqueza y empleos. Esta minería de activos debe seguir, como cualquier inversión económica, las normas butanesas. El país asegura que lo ha logrado, porque ha conseguido minar criptomonedas de forma verde.
Así, utilizan dos elementos fundamentales para esta minería verde. El primero es la energía renovable. Uno de los grandes activos económicos de Bután es la energía hidroeléctrica (tanto que exportan electricidad a India). En verano, aumenta el caudal de los ríos y, con ello, la capacidad de generación de electricidad. Ese superplús es el que usan para alimentar la infraestructura de minería.
El segundo son sus temperaturas. Además de su elevado consumo de electricidad, la minería de criptomonedas tiene un impacto medioambiental negativo derivado de la necesidad de enfriar los supercomputadores que minan antes de que su constante actividad los fría. Las temperaturas del país —que nunca supera los 30 grados— permiten reducir la dependencia de sistemas de enfriamiento.
¿Cuándo dinero acumula ya Bután en sus fondos públicos de criptomonedas? La pregunta no tiene una respuesta oficial, aunque algunas fuentes especializadas ya han hecho estimaciones. La más reciente es la que publicaba en junio The Wall Street Journal y que estima que la fortuna cripto del país asiático tiene ya un valor de 1.300 millones de dólares, el equivalente al 40% de su PIB. A diferencia de otros países, que incluyen en sus fondos públicos de criptoactivos aquellos que han comprado en el mercado o que han incautado en operaciones contra el crimen, la de Bután habría sido minada por completo.
Bután ya usó en 2023 esos fondos para algo más tangible: vendió criptomonedas por valor de 100 millones de dólares para pagar durante dos años una subida de sueldo a sus funcionarios.


