Autora | Lucía Burbano
Uno de los aspectos clave para mantener un hábito de vida saludable es el ejercicio moderado. Caminar a paso ligero entraría dentro de esta categoría, ¿pero ofrecen las ciudades entornos lo suficientemente agradables para fomentar esta y otras prácticas saludables y prevenir la obesidad de sus ciudadanos?
Una ciudad que funciona a favor de las personas está creada a partir de un diseño urbano que beneficia la salud y el bienestar a largo plazo. Apostar por unas calles, vías y plazas conectadas que potencien hábitos saludables es el resultado de la combinación de políticas y estrategias urbanas que, de manera orgánica, animan a que las personas elijan caminar, ir en bicicleta y usar el transporte público y, por ende, facilitar un estilo de vida menos sedentario que el basado en el transporte privado.
La obesidad, sus causas y consecuencias
La Organización Mundial de la Salud, define obesidad como “una acumulación anormal o excesiva de grasa que puede ser perjudicial para la salud”. Esta se mide obteniendo el índice de masa corporal (IMC), cifra que es el resultado de dividir los kilogramos de peso por el cuadrado de la estatura y se expresa en kg/m2. Si este es superior a 25 se considera sobrepeso, y si sobrepasa los 30, obesidad.
La principal causa de obesidad es el desequilibrio entre calorías consumidas y gastadas. El sedentarismo, provocado por actividades laborales y de ocio de poca movilidad, la irrupción del vehículo privado y la urbanización son algunos de los motivos.
Las posibles consecuencias de la obesidad para la salud son el desarrollo de enfermedades cardiovasculares, diabetes, trastornos del aparato locomotor y algunos tipos de cáncer.
El buen urbanismo, aliado de la salud
Varias estrategias urbanas pueden promover hábitos saludables, muchas de las cuales ya se están poniendo en práctica en muchas ciudades del mundo.
Barrios compactos
Las zonas urbanas compactas donde el ocio, servicios, infraestructuras y transporte público se encuentran a una distancia fácil y corta de recorrer a pie o en transporte público, incentivan que los peatones sientan un mayor incentivo para caminar en lugar de utilizar el vehículo privado.
Las ciudades de proximidad, que ponen la mayor parte de los servicios a tan solo un breve paseo, pueden ser realmente interesantes para la prevención de la obesidad. Si el ciudadano tarda menos en llegar a su centro médico, de estudios o de trabajo que simplemente buscando aparcamiento (o incluso esperando la llegada del transporte público), posiblemente terminará haciendo ejercicio todos los días.
Más zonas de juegos infantiles y de ejercicio para adultos
El aumento de la obesidad infantil es un hecho, y en países como Estados Unidos alcanzan más del 19% de este segmento de edad. Incluir parques infantiles con actividades físicas al aire libre es un gran antídoto a esta lacra que ya afecta a los más pequeños.
Gimnasios al aire libre
Con más frecuencia, empiezan a proliferar zonas de ejercicios en zonas verdes o parques públicos, con áreas y máquinas para ejercitarse, una forma de incentivar hábitos saludables que combatan la obesidad.
Los beneficios de un urbanismo que promueve la salud
Un enfoque para aplicar y evaluar políticas urbanas que promocionen la reducción de la obesidad es aquella basada en los datos. El arquitecto y urbanista danés Jan Gehl ha desarrollado métodos y herramientas para recopilar datos sobre cómo se desplazan las personas y cómo pasan el tiempo en una ciudad, a pie y en bicicleta, para comprender cómo la actividad física puede integrarse en la vida cotidiana.
De hecho, el método Gehl ya se aplica en varias ciudades. El proyecto Splash Jam en Lexington, Kentucky, EE. UU., fue un piloto que transformó un espacio público de juego. Mediante encuestas sobre la vida pública en los espacios urbanos, se comprobó que los niños de la zona jugaban habitualmente en una fuente de agua en Thoroughbred Park.
En lugar de restringir este comportamiento, Gehl trabajó con las autoridades para identificar la demanda de juegos acuáticos y un lugar idóneo donde hacerlo durante los meses de verano. Se identificó un lugar que cruza cuatro barrios de diferentes demografías socioeconómicas, lo que representó una oportunidad para probar, además, este juego acuático como catalizador de la interacción social entre grupos dispares.
Un estudio realizado en 14 ciudades de 10 países pone cifras a las medidas urbanas enfocadas a promover la actividad física: las personas que viven en zonas diseñadas para caminar eran, de media, menos obesas: el 43% en barrios muy transitables frente al 53% en zonas menos transitables. Además, estas personas realizan, de media, entre 68 y 89 minutos más de actividad física a la semana.
La toma de decisiones informadas sobre estrategias y diseño urbano saludable es posible gracias a estos y otros conjuntos de datos, incluyendo aspectos del entorno construido como la contaminación atmosférica, la calidad de las zonas verdes y las condiciones de seguridad que fomentan o desalientan el desplazamiento o la estancia en la ciudad.
Ciudades que combaten la obesidad
Aproximadamente la mitad del mundo vive actualmente en ciudades, y se prevé que esta cifra aumente hasta el 70% en 2050. En los países desarrollados, una de cada dos personas tiene sobrepeso u obesidad, y la tendencia se está trasladando ahora a los países menos desarrollados.
En América Latina, hay una mayor prevalencia de la obesidad en las ciudades. En la India se calcula que el 50% de las mujeres urbanas son obesas, frente al 20% de las que viven en el campo.
Sin embargo, varias ciudades luchan por revertir esta situación:
● En Lecco (Italia) está en marcha Piedibus, un programa de paseos en el que padres y voluntarios acompañan a niños y niñas en su travesía hasta la escuela para fomentar la actividad física.
● En la también región italiana de Romaña el proyecto Valle del Bienestar aborda los riesgos crónicos para la salud con un modelo de innovación social que incluye el diseño de intervenciones preventivas para aumentar el movimiento. Por ejemplo, la zona del valle de Rímini ha transformado su litoral para facilitar los desplazamientos a pie y en bicicleta mediante la creación de zonas sin coches. Los adultos que viven en este valle son un 10% más activos que los del resto de Italia.
● En Arlington (Virginia) han lanzado la campaña “Dieta sin coches“, que ofrece a los conductores una calculadora para saber cuántas calorías queman, cuántos dólares ahorran y cuántas emisiones de CO2 reducen si optan por andar en lugar de conducir.
● En California, varias ciudades han prohibido la construcción de nuevos autoservicios de comida rápida para disuadir a sus habitantes de la cultura de “comer en el coche”, que contribuye a malos hábitos alimentarios.
● En Oklahoma City, una de las ciudades con más sobrepeso de Estados Unidos, le han declarado la guerra a la grasa, una iniciativa que incluye iniciativas como la creación de parques, aceras, carriles bici y senderos ajardinados por toda la ciudad y la construcción de gimnasios en todas las escuelas de la ciudad. Gracias a esta iniciativa, sus ciudadanos han perdido, colectivamente, miles de kilos de grasa.
● En Copenhague, el 49% de los desplazamientos al trabajo o a la escuela se hacen en bicicleta, y se calcula que los habitantes recorren en conjunto 1,44 millones de kilómetros diarios. El diseño urbano favorable a este medio de transporte incluye calles tranquilas, carriles bici bien delimitados, y separados en las zonas más concurridas, y rutas verdes. Limitar la velocidad de los vehículos motorizados y promover la conexión con caminos recreativos fuera de la vía pública da como resultado que la apuesta de la capital danesa por el ciclismo y la actividad física sea realmente eficiente.
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